Envidia hacia el poeta de turno.
Hacia la mente inquieta de aquella chica que no deja de removerse en el hueco de la vida.
Hacia todos aquellos que tienen algo que decir y que lo dicen.
Envidio porque me da la gana (no, eso es mentira).
Envidio para sentirme un poco distinto y un poco inferior cada vez que envidio.