Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
el ser y con la tierra y con el cielo,
con lo claro del Sol y lo oscuro del lodo:
amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.
Y cuando la montaña de la vida
nos sea dura, y larga, y alta y llena de abismos,
amar la inmensidad que es de amor encendida
¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!
Rubén Darío
Regalo de un angelote con cara de duende
Escrito por Dorian a las 6 de Febrero 2005 a las 09:30 PM