Háblame de lo que viste en aquellas hermosas tierras,
haz que yo también las vea: dibuja las montañas y los caminos con tus palabras, descríbeme el susurro del arroyo con una bonita frase.
Piensa en ello. ¿Un bosque? No me describas lo que es, sino lo que fuiste en él.
Ya veo las flores brillar en tu discurso, oigo al viento refrescando los prados.
El manto verde me sostiene, y al abrir los ojos me enseñas las nubes.
Prométeme que cada vez que lo necesite me volverás a traer aquí.
Sólo tú inventas cosas así.
Si me preguntan adónde fui, les diré que fuiste tú quien me llevó.
Les diré que estuve con el poeta.
Y sobrarán las explicaciones.