Cada noche, al acostarme, prefiero pensar que mi día no ha sido sólo para mí, sino para muchas personas más. A veces es preferible engañarse un poco que afrontar la verdad.
El tiempo y sus muros nos impiden, a lo largo del día, tener determinados encuentros. Esos muros son perfectamente derribables, pero no siempre se tiene la suficiente voluntad como para hacerlo.
Puede que mañana nos encarguemos de dar buena cuenta de ellos, pero mejor será hacer lo necesario para ni siquiera tenerlos delante.
Creo que engañándote no haces sino evitar el problema. Para poder solucionarlo lo primero y más importante es asumir el problema, ser consciente de que existe. Nadie puede curar su enfermedad si no es consciente de que la posee. Así pues, por muy duro que sea afróntalo, responsabilízate de ello (que ya eres mayorcito) observa el muro en toda su amplitud desde todos los ángulos posibles. A partir de ahí podrás tratar de solucionarlo, tú y aquellos que te rodeen. Pero no te engañes, pues al final, no provocas sino más desasosiego en tu equilibrio interno.