Estoy desnudo al amanecer
en este último piso abuhardillado.
No sé si ponerme a cien
o darme una tregua en el lavabo.
No tengo dinero para el tren
que me lleva a tu barrio.
Necesito aire en el pulmón
del cielo de tus labios.
La ventana ha cedido al Sol
que me aporta calor y algo de pena.
No queda nada de alcohol
quién fuese Cristo en la última cena.
No sé si mandarte una postal
tatuada de ilusiones,
o alucinarme un carnaval
lleno de pasodobles.
Mi corazón vadea a popa
no sé dónde está mi ropa
la habré perdido junto al miedo.
No me canso de quitarme el sombrero
cuando llueve por mojarme las canciones
y no me daré cuenta
en esta puta vida
que lo que yo quiero
es llenarte tus rincones.
No me canso de mirarte a la cara.
No me canso de vivir en escenarios
y no hay más adversarios
que nosotros de espaldas.
Que el amor son tres flores
que se riegan a diario
Las pupilas ya sacian su sed
en el veneno de la enredadera.
Invento el color tambien
de las vocales con sabor a fresa.
Visita la tarde verde azul,
ángel de luz de cárcel.
La mar arde y no estás tú
y se hace menos tarde.
La ventana prescindió del Sol
que va de emigracion hasta mañana.
Ýa llegó la ansiada Luna
que nunca nos evita las miradas.
Hay un paraíso en cada piel
y un dios en cada hombre.
Yo sigo poniendo en el sofá
cojines de canciones.
Mi corazón vadea a popa
no sé dónde está mi ropa
la habré perdido junto al miedo.
No me canso de quitarme el sombrero
cuando llueve por mojarme las canciones.
Y no me daré cuenta
en esta puta vida
que lo que yo quiero
es rellenar tus rincones.
No me canso de mirarte a la cara.
No me canso de vivir en escenarios.
Y no hay más adversarios
que nosotros de espaldas.
Que el amor son tres flores
que se riegan a diario
La vida son tres flores
que se riegan a diario.
Carlos Chaouen / No me canso
Se dice que cuando una persona se queda ciega, el resto de los sentidos se desarrollan y así se comienza a apreciar nuevas cosas, nuevos aromas, nuevos sonidos, sabores, etc.
Algo así siento ahora. No sé si es ceguera, o más bien que me he quedado cojo, o las dos cosas. Lo cierto es que comienzo a apreciar el aroma de los paseos en soledad, el sonido de las risas en buena compañía (sí, aún queda vida bajo el Sol) y el sabor de la libertad que tanto ansío, que busco y que, en mi fuero interno, empiezo a descubrir.
...como una Caperucita en Mannhattan en pos de la Libertad, miranfú...
A nadie le importa. Si total, para qué.
No vayamos a perder el tiempo y luego nos arrepentimos y todo.
No, quita, quita.
Mira, que sí, que está muy bien todo esto, pero a mí no me lo cuentes.
Que uno es gente ocupada.
Un placer y esas cosas, pero yo me voy que he quedado.
¿Y con quién has quedado?
Y a ti qué más te da...Pues con otra gente, y punto.
A ver si ahora va a resultar que eres mi padre.
No, no. Yo por preguntar, nada más....
Vamos, que no te voy a robar tu tiempo.
Es lo bueno que tiene llorar, que basta con tenerse a uno mismo.
Y si me quiero apoyar en algo, pues me busco una pared, o el suelo mismo. Total, qué mas da, si llorar se llora igual de mal.
Ahora, que donde esté un hombro que se quiten suelos fríos.
No, no, no te sientas culpable. Tú vete, que has quedado. Ya me quedo yo aquí, de verdad.
Si además, tampoco me apetece llorar. No, será que me da rabia no tener a dónde ir. Que lo mismo me da ir por una calle que por otra, porque todas me duelen igual, ¿sabes? No, no lo sabes. A ti no te pasa, tienes esa suerte.
Espero que nunca se te queden vacías las calles, como me pasa a mí. Espero que nunca te falte una mano que acariciar mientras paseas por ellas. Eso es lo más bonito.
El recuerdo... Qué grandes son los recuerdos cuando son lo único que nos queda, y qué triste es recordar.
Pero hay que hacerlo. Es para rescatar los momentos por lo que se recuerda. Si no, no tendría sentido. Es como volver a vivir en aquel tiempo. Lo triste no es eso, claro. Lo triste es volver al ahora. Pero bendito viaje. Sí, qué grandes nos hace el recuerdo. Y despierta en el pecho ese sentir, igualito que entonces, pero ahora. Eso se queda, sí, para siempre se queda. Pero en fin...Tarde es ya, y quizás mañana necesite estar descansado.
¿Queda alguien ahí? No, claro, si me acabo de despedir. Se habrá ido hace un rato ya.
Bueno, creo que me iré a descansar ahora. Son tantos años esperando que uno aprende a no esperar. Sí, qué paradójico. Ya uno va en busca de las cosas, mejor que esperar. Bueno, sólo a veces...O no, no lo sé.
Es tarde ya.
Adiós.
Hoy he vuelto a escuchar la música.
Esta noche he caminado por calles desiertas
acompañado tan solo por mis pasos.
He recorrido los parques y he pasado al lado
de los almendros en flor.
La Luna, amiga y luz de mis largas noches,
me ha vuelto a sonreir, una vez más.
La brisa de una nueva y joven primavera ha solpado
para mí esta noche.
Ya está. Por fin ha llegado la primavera, tan largamente esperada.
Puede que aún no haya entrado en mí, pero ya está aquí...
Porque yo de aquí
me voy a dormir solo.
Porque hoy volví a escuchar
esa canción que me lleva
a tu habitación.
Porque aquel lugar no es nada
sin tu compañía.
Porque a pesar de los pesares
sigo aquí.
Por qué si no.
Me siento joven. Así, de repente.
Hace más calor. No sopla el viento, sino la brisa y los árboles ya tiemblan de la emoción. Ellos también se deben sentir jóvenes.
Es hora de volver a abrir mi diario y volcar mis emociones en él.
Podría contarle muchas cosas. Escribir que he visto ya casi todo, que nada me asombra...
Pero no es así. Lo único que me pasa es que tengo el corazón lleno de atardeceres y aún no me he acostumbrado a su belleza.
Es eso, la belleza de sentirse joven.
La belleza de ser joven.
Es un tanto desesperante verme nadando en este mar de apatía.
Supongo que todo viene "a consecuencia de" y no puedo hacer nada para remediarlo pero el caso es que no hago más que bracear y lo único que encuentro es agua a la que no puedo agarrarme.
Y es cansado. Y sólo de noche encuentro reposo.
En esos momentos me hago el muerto, o más bien muero un poco, y el agua que tanto quiere que me hunda es la que sostiene mi cuerpo. Y tumbado en el agua miro las estrellas.
Pero llega el día, y acaso también una tormenta, y vuelvo a tener que mover mis brazos, una y otra vez contra la marea.
Es posible que la solución sea hacerme el muerto también de día, pero eso es algo bien distinto a hacerlo por las noches.
Es por esto que prefiero vivir intentando mantenerme a flote que morir y encima no ver las estrellas.
Si pregunta por mí, decidle que no estoy.
No que me he ido, porque no lo he hecho, pero sí que no estoy para nadie.
Vosotros constituís mi último nexo de unión con el mundo, por ahora.
Creo que no pronunciaré palabra en mucho tiempo. Al menos no hacia una persona.
Será con el viento con quien hable. Gritaré al interior de la cueva en que se ha convertido mi cabeza. Allí dentro no pasa el tiempo, no hace frío...(Necesito sentir que está pasando el invierno).
No haré daño a nadie. Ni siquiera a mí mismo, pues la cueva quedó vacía hace tiempo.
La última en salir fue la ilusión, y lo hizo llevándose consigo mi pequeña llama verde.
No obstante, me ha prometido volver, así que ordenaré y limpiaré esto para ella...
Saludos, pues, y hasta pronto.
Su tormenta recorre el mundo
y de sombra cubre la tierra.
Oculto a la vista, el Sol no brilla
mas se siente su calor al cerrar los ojos.
Algunos pájaros vuelan a su lado
pequeños pero valientes.
El reposo sólo espera en la afilada
cumbre de la montaña,
la única tierra a esa altura.
Cien años pasaron desde
la última primavera.
El viento llegó muy frío
y en el cielo derrotó al Sol.
El autoengaño es un garfio que está enganchado al alma y del cual cuelga la esperanza.
Cuando se suelta, la esperanza cae y el alma queda desgarrada.