Vuelta a la ventana. A respirar aire de verdad. Del que trae los problemas pintados en la cara. Si los trae. Lo que yo busco es que me los quite de encima. Como mucho los espantamos a medias...Y nos dejamos respirar en paz. Ya va faltando otra vez. Nunca está donde se le busca, como los buenos fugitivos. Pero siempre termina apareciendo.
No hay un siguiente paso. El vacío no promete un suelo sobre el que apoyar los pies. O lo promete demasiado abajo. La oscuridad posee esa rara densidad que envuelve al ruido como una esponja. Sólo un pitido transitorio que interrumpa el silencio. Quejidos de mi mente, herida tal vez por tanto desconcierto.
El vacío otra vez. Todas las direcciones y ninguna ante mí. Puede que los pasos no tengan que ser dados en horizontal únicamente. Lo que parece sensato puede no llegar a serlo si no consiste en avanzar. Avance como incontinencia natural. La fuerza de la evolución, que no necesariamente progreso.
La reflexión monotemática se puede prolongar hasta la saciedad y aún así quedar todo por decir y decidir. No sirve intentar ponerle fin. Convivir con ella sí resulta útil. Y tal vez aprender algo. Y después buscar el valor para ponerlo en práctica.