Una noche en el bosque comenzaron a escucharse cantos. Dulces eran las voces que acariciaban al viento. Dulcemente acariciaba éste a las estrellas.
La niebla se disipó, las nubes se deshicieron...Y la luna llena comenzó a brillar.
Rodeado de pinos, el lago dormía sereno. Sus aguas trémulas se estremecieron cuando aulló la manada. Los lobos comenzaron la cacería.
Las flores dormían congeladas en su brillante pijama de rocío, meciéndose en la fría corriente. Celosas retenían su perfume, a la espera de un poco de calor.
Avanzada la noche, despertaron las lechuzas. Sus ojos de sabio vigilaban las sombras. Firmes guardianes en el descanso, lanzaban al aire sus advertencias.
Al poco comenzaron a verse las luces. Eran las hadas, pequeñas como una pluma, alegres como la mañana. Sus cabellos estaban adornados con diademas de néctar y sus alas habían sido bendecidas con los destellos de la sonrisa.
Eran ellas quienes cantaban. Le contaban al bosque sus historias, abiertas a quien quisiera escucharlas.Le contaban cómo le amaban, y cómo querían a sus habitantes. Los ciervos y gamos, las liebres, los osos y los zorros, los lobos, las abejas y mariposas...
Todos eran el bosque y ellas a todos protegían. Nadie podía perturbar su existencia. Nadíe podía arrebatarles lo que era suyo. Porque las hadas sabían que mientras habitaran en el bosque,éste habitaría en ellas...y mientras ellas sintieran esto, no dejaría de escucharse su canto.