No sé cómo ha llegado. Al día de hoy la primavera se le salía por los poros. El cielo nublado a pinceladas grises, y ese viento frío que despierta la vida desde el estómago. Un día para no perderse detalle. Y yo durmiéndome por las esquinas. Un puro trastorno de ciclos convalecientes. Pero las fuerzas de la naturaleza no siempre se buscan en los árboles. Ni en el aire. Están también en el tiempo. Y hoy lo han parado al pensar que podías estar y estabas. Al escuchar una canción de notas atemporales dándome un empujoncito. Pero ha echado a andar de nuevo. Ahora cuenta rápido, espero que no sea una cuenta atrás. Lo programaría para que sonara una canción al llegar a cero. Me aplicaré el cuento. Como si fuese mi maestro particular..."canta canción feliz, Daniel san"
Me estoy alejando cada vez más. No sé medir lo lejos que quedan mis pies de la realidad. Para mí sólo existe una distancia, esa línea recta que no atraviesa los obstáculos. Es un hilo demasiado fino, y caigo al vacío cada vez que intento atravesarlo. Son mis palabras las que juegan a rozar tu corazón. Yo soy demasiado torpe para tocar tu mundo sin romperlo, aunque cada vez está más lejos. Tarde o temprano te perderé de vista.
No existen salidas de emergencia. Sólo puedes huir en una dirección.
Dos polos tan opuestos nunca se atrajeron tan poco...
Llevo ausente de mi vida demasiado tiempo. Y la luz juega a ser la sombra de lo que fui. Sigo encerrado. El pacto por salir de aquí incluye arriesgar dos vidas, la oscuridad es inflexible al respecto. Un poco de tu luz derrumbaría los cimientos de esta Alcatraz de miedos. Pero yo seguiría teñido de negro. Seguiré buscando una grieta en los muros. O esperaré al próximo intento de fuga. No me importan los efectos personales. Sólo quiero salir de aquí. Y que la luz haga el resto.
Es una descomposición lenta y dolorosa.
El alma toda cubierta de brea no es el mejor aspecto para recibirte, pero no te vas por eso. Sabes lo que siento y no me dejas cometer el error de decírtelo.
Mientras te esperaba, la lluvia iba deshaciendo mi amor propio. Cuando te has ido, me he dado cuenta de que el mundo sólo lo entiendo en escala de grises.
Ya no aspiro a compartir miedos con nadie. Sólo me comprometo a seguir esperando bajo la lluvia. Con una condición: que la última gota que me atraviese el alma escurra toda mi tristeza. Sólo así podré despegarme del suelo que tú y yo pisamos. Suelo que ya no espero pisar más.