Hacía tiempo que no me paraba a pensar y mirarme un poco. Más o menos comprendo lo que me ocurre, pero no vislumbro cómo puede evolucionar.
Lo cierto es que cada vez agradezco más algún que otro paseo por espacios vacíos.
Gracias al buen tiempo que, lejos de abotargar mis sentidos, me calma el espíritu y deja que los pensamientos fluyan con más suavidad.
No tengo muchas más palabras para la reflexión. Las gasto todas conmigo y en silencio, pero quería dejar constancia. Simplemente.
Virus de la madrugada,
cuento de hadas,
grouppie de MTV.
La balada despeinada
de esta noche
te la debo a ti.
Sin negar que escribo
por encargo
para huerfanitos
de calor.
Tan amargos
tan malitos
como yo.
Rubia de la cuarta fila
crece lo que tengas que crecer
zumo de humo con tequila
cambio mis arrugas por tu acné.
En la tiza de tus ojos,
hay cenizas de naranjo en flor
y pavesas del rastrojo
del amor.
En mi traje viejo caben
casi casi todos los demás.
Los que suben, los que saben
los que duelen, los que huelen mal.
Mis legañas, mi ruleta rusa
una musa, un cuarto de alquiler.
Dos Españas,
siete besos de mujer.
Rubia de la cuarta fila,
háblame de tu "portáte mal".
Mantoncito de Manila
con un piercing rojo en el ojal.
Cuélgate de quien te quiera,
no te mueras más que por amor.
Cuando yo tenía tu edad,
era mayor.
Me pidieron que improvise
y en los bises te mandé un bombín.
Los veranos son tan grises,
los otoños solos de violín.
Y que salga el sol por Algeciras,
y la media luna por Bagdad.
Y los sueños sean mentiras
de verdad.
Rubia de la cuarta fila
carterita para el buen ladrón.
Lagrimón de cocodrila,
juego de Dalia con Sansón.
No le cierres la ventana
a la aurora que rompe el cristal
que el ahora es el principio
del final.
Rubia de la cuarta fila,
dos púpilas que me tratan bien.
Rubia de la cuarta fila,
descarrila en el último tren.
Rubia de la cuarta fila,
tragaperras de mi vanidad.
Rubia de la cuarta fila,
clorofila de la soledad.
por
Joaquín Sabina
Como un mártir de la palabra, caminando sobre la hierba y el mar.
Anidando sueños en la cabeza. Cosas que pasan.
Rumiando viejas tardes de gloria, sin jugo ni sabor ya.
Con la misma imagen en la memoria.
Farol que nunca llegó a alumbrarme, quizás.
No merecerlo no parece un buen castigo...
Joder, cómo echo de menos todo aquello.